En el bosque donde reina la ninfa de los ríos, se encuentra una cabaña que habita un viejo eremita donde hilvana cada día en la oscuridad palabras con pensamientos que reflejan el vacío de su corazón. El viento acaricia la virginidad de una poesía entre las hojas húmedas que refrescan el lugar. Esa poesía explica porqué un amor se precipito entre las rocas y se hundió en las aguas profundas del río. Tibia poesía, emanación de sentimientos que describen la soledad vibrante en su imaginación.
Nadie puede señalar en el bosque el lugar exacto donde habita el viejo eremita, ni el sitio dónde guarda las palabras que tienen algo que decir. El viejo eremita nunca duerme, como las mariposas vuelan libres porque siempre es primavera. Sus palabras dicen ocurrencias que no siempre entiende por ser más un cóctel de asombros abstractos.
La prosa y el verso van unidos en la mente atrofiada de un viejo entre latentes residuos de palabras carentes de lógica que se abren hueco donde brotan hilos incandescentes de futuras y esplendorosas delicadezas. La ninfa del los ríos no sabe que cuando llega la noche y la luz se apaga en la intimidad del bosque, se escuchan los alaridos del viento y los sueños del viejo se adosan a la flacidez de la inconsciencia mientras escribe versos que explican cómo el desamor en tiempos de facebook es posible. Y la invita a seguir sonriendo en su cuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario