Lo más vejatorio de este mundo es dejarse querer por la maldad y luego prejuzgar a los demás. Nada es normal para demasiados. Si triunfa la maldad el ser humano pierde. No conviene caer en un oportunismo anónimo. El humano ser está llamado a comprenderse y fomentar actitudes nobles, también a dialogar, a disentir, a ser crítico, a escuchar más. Una decisión equivocada deliberadamente es incompatible con la verdad excluyente. Un tango, felicidades en su día: ¿Nada es verdad todo es mentira? ¿Así es nuestro mundo? El mundo de los desahuciados, de los indignados, de los marginados, de los que sufren en silencio, pero también de vida y el amor.
Todos en la iglesia tan dispuestos y ordenados a sufrir por nuestros pecados. Todos descuidados de nuestras obligaciones humanas. Tenemos la cristiana responsabilidad de ser solidarios. De amar al prójimo como a nosotros, no podemos olvidar que el amor es innegociable. El amor no se detiene ni entiende de barreras. Prohibido amor. Una tragedia que alimenta verdugos inconscientes, aborregados de una religión que no permite que el mundo gire. Negado amor.
Nos acorrala una atmósfera de confusión que no beneficia la libertad: lo natural no es opción. No es vicio, no es enfermedad, no es degradación del ser: es amor, es la vida que enraíza con una verdad oculta por perseguida. Verdad desterrada. El humano ser compitiendo contra el ser humano. El humano ser sin derechos humanos. El humano ser sobrecogido por sí mismo. Intolerancia. Es evidente que si no nos ponemos en manos de la igualdad difícilmente podemos cambiar las diversas maneras de ser. No podemos ni debemos esperar más o nunca hallaremos la igualdad. Lo único seguro que tiene el ser humano es la muerte, hay que aprender a vivir en armonía para luego no tener que golpearse el pecho en señal de arrepentimiento. (No es un tango en su día, es amor, es poesía).
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