Al margen de las circunstancias que vive el país, la Navidad es cálida, es familiar y es generosa. Hoy cenaremos en familia y ahogaremos nuestras penas en familia. La familia. Es Nochebuena, noche serena, y toca preservar la alegría y marginar los malos augurios. Renovemos esperanzas. Podemos. Para salir adelante, podemos ser mejores. Me resisto a que la realidad mate la ilusión. Somos mucho más que dolor, que egoísmo, que miedo... Somos mucho más que aquello que ya tenemos pero negamos reconocer... Valor para denunciar injusticias; conciencia para los que viven creyéndose repudiados; curación para los que solo conciben el dolor; paz para los que no dejan de preocuparse por lo que pueda pasar en el peor de los escenarios; fuerza para los que no se atreven mirar de frente aquello que no los deja avanzar; piedad para los que viven juzgando sin entender que el prejuicio es pariente de la envidia; generosidad para los que se aferran al miedo a perder; sonreír a los que sienten que en sus vidas ya no hay espacio para la alegría. Somos corazones inquietos en busca del amor permanentemente, de ahí la esperanza por conocer luz que hace brillar las cosas hasta darles sentido. No a los deseos que se quedan en los labios. Demos sentido a la vida experimentando esa felicidad cuya nostalgia llevamos adentro, muy adentro, a veces demasiado adentro. Más amor y poesía que lo explique.
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