jueves, 27 de diciembre de 2012
A veces sucede que
A veces sucede que, como hoy, optimista, levanto la mirada al cielo para dar gracias a Dios por el amanecer prestado, y pienso que no es cierto que todo el mundo dependa de un día cualquiera para ver amanecer; y me concentro en mi pedacito de cielo que quedó libre de casas por construir (donde todo comenzó: un mar, su azul profundo, su horizonte y el milagro de la floración del azahar) y pienso que no es cierto que la felicidad tenga que alcanzarse con un gobierno y su presidente, y sus diputados, y sus senadores, y sus presidentes autonómicos, y sus alcaldes, y sus concejales, y sus asesores, y otros miles que están apuntados al erario sin oficio ni beneficio, que no al paro. Y entonces te veo en el bosque, el verde de tus ojos, tu pelo negro azabache y tu mirada que sigue siendo la mía, y pienso que no es cierto que la redención de un pueblo pueda lograrse con un voto. Y corro a la librería en busca de un libro de poesía que me explique cómo entender la resistencia que el pueblo iracundo mantiene con los poderes del Estado por sobrevivir, los momentos oscuros, los días de gestas honrosas, y pienso que es absurdo consumir los años que me quedan por vivir angustiado porque el tiempo por delante es inmenso, y esto que vivimos llegará a ser un lamentable y remoto pasado... algún día.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me has transmitido mucha ternura, es la primera impresión al entrar en tu blog y leer algunas entradas tuyas.
ResponderEliminarGracias
Eres muy amable. Gracias.
ResponderEliminarSalud.