Qué estrés, Señor Dios. Y qué embarazosa situación tirarse las trastos a la cabeza. Todo empieza recordando hazañas, heroicidades y otras miserias, para luego inventarse antepasados que fueron amores. Las cenas familiares son una gaita sin fuelle. La María, en estos casos, aconseja a cada cual crear su propia familia donde la sangre no cuente. Jacinto Benavente dijo, "Lo que verdaderamente importa en la vida no son los objetivos, sino los caminos que seguimos para lograrlos". Y yo añado y la compañía.
Pudiera ser que haya quiénes no encontraron su camino... pues que sigan buscando. Igual es un decir apresurado... No sé, y si digo que no sé, no sé. No interesan los vínculos familiares que son estímulos para asumir el costo espiritual de las ausencias, incluso materiales de su existencia. La familia de todos a la mesa por Navidad... Ay, dona, mejor que corra el aire. Que nadie vuelva a casa por Navidad. Y nadie es nadie.
Calor de hogar... Calor humano... La familia inspirada en el amor, estúpidos, esa familia y no otra. No me canso. La amiga del alma ausente que volverá un día envuelta en un velo de amor para cubrir un mar embravecido que, celoso de ella, custodia el perdón de los pecados.
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