lunes, 30 de enero de 2012

Un amigo, yo

Los caminos de Dios o la historia de un amor. Una amiga y su compañero... su compañera de vida y sueños.  

Una amiga me dice que las cosas le van y no, pero que tiene confianza en que muy pronto todo le irá; pero si por un aquel, que siempre estará ÉL y su familia. Me dice que su trabajo... que su nueva vida... Que hay que darle tiempo al tiempo. A una amiga le digo que no está sola... Entonces, un dios, un poeta, su amigo preferido, Mario Benedetti poeta del amor y de la vida, y con sus palabras que yo no sé, le digo que la quiero:

Te quiero, Mario Benedetti

Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro

tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero

y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola

te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

2 comentarios:

  1. Y desde lo más sur en este lunes, dudo que se ponga celoso Mario si recurro a un fragmento de Hojas de Hierbas, sí, hojas dispersas por allí, que un día en la voz de Whitman, viajaron por el mundo para calmar las inquietudes y acabar con el desamor.

    (fragmento)

    Ya he dicho que el alma no vale más que el cuerpo,
    Y he dicho que el cuerpo no vale más que el alma,
    Y que nada, ni Dios, es más grande para uno que uno mismo,
    Que aquel que camina sin amor una legua siquiera, camina amortajado hacia su propio funeral,
    Que tú o yo, sin tener un centavo, podemos adquirir lo mejor de este mundo,
    Que el mirar de unos ojos o el guisante en su vaina confunden el saber que los tiempos alcanzan,
    Que no hay oficio ni profesión tan bajos que el joven que los siga no pueda ser un héroe,
    Que el objeto más frágil puede servir de eje a todo el universo,
    Y digo al hombre o mujer que me escucha:
    "Que se eleve tu alma tranquila y sosegada ante un millón de mundos."
    Y digo a la humanidad: "No te inquietes por Dios,
    Porque yo, que todo lo interrogo, no dirijo mis preguntas a Dios(...)
    Veo algo de Dios cada una de las horas del día, y cada minuto que contiene esas horas,
    En el rostro de los hombres y mujeres, en mi rostro que refleja el espejo, veo a Dios,
    Encuentro cartas de Dios por las calles, todas ellas firmadas con su nombre,
    Y las dejo en su sitio, pues sé que donde vaya
    Llegarán otras cartas con igual prontitud.

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  2. He leído la Biblia -bien lo sabe Dios- por más que me duerma en las misas. Los sermones no se llevan bien conmigo. Huérfano de la Fe, a este viejo, le basta con esforzarse por ser un buen padre, un buen compañero y un buen amigo. (Y sí, hojas dispersas por aquí, que un día en la voz de Whitman, viajaron tal vez por el mundo para calmar las inquietudes y acabar con el desamor).

    Salud.

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