Ella, inconsciente deshace en la noche las esperanzas que se había impuesto el día anterior. Él, apura el día en el bar de los sueños rotos con su última copa de vino. Cada uno lleva en su mochila los sueños compartidos sin saber qué hacer... Tal vez los llevan camino del cementerio, saboteando ellos mismos sus propias posibilidades de alcanzarlos. Los aplazan o entregan cada día... Sus probabilidades que son ilusiones, sueños, esperanzas... La posibilidad de vivir compartiendo los esfuerzos y sus resultados. Son disculpas que ellos mismos manipulan antes de acostarse. Son decisiones que no se atreven a confesar. Y lo peor, que no son decisiones de ruptura, ni son vacías de buenas intenciones. Se aman, tienen mucho en común. Hasta hijos tienen en común. Los malos hábitos los están separando irreversiblemente. Cansancio, monotonía... Siempre lo mismo. Falta de comunicación. ¿Por qué se evitan? Escuchar es mucho más que oír... Ya ni reconocen su voz. Se prometieron amor y les falta fuerza de voluntad para cumplir esa promesa de amor. Los asuntos inaplazables los están destruyendo. Y muerto el amor... para qué la poesía. (Si se hunde el universo toma mi mano: Nuestro amor durará lo que nosotros).
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