lunes, 7 de abril de 2014

El amor de dos

El amor de dos sigue igual. Hablo de audrey, un ser especial que llegó a inundar de amor la vida de quienes, aún considerando que lo tenían todo, les faltaba audrey, y no lo sabían. Yo sé lo que duele perder a un ser especial que llega para quedarse y cuando se va se lleva un poco de quien lo quiere. Audrey es más que un animal de compañía, como dona. Y cómo duele verla retorcerse en su discapacidad... y luego está su triste mirada. ¡Joder, dona, si algo le ocurriera espero que la cuides como tu gran amiga de juegos que es!.

Me cuentan que audrey es capaz de dar luz e iluminar los momentos tristes que dos no sabrían cómo, a ciegas, salir airosos del desorden que la vida propicia. Audrey es el orden armoniosos, nada es imposible para ella. Me cuentan que las cosas no van bien, pero no todo está perdido, aún hay esperanza. Una rosa no pierde su encanto por tener espinas, ni un beso es agonía por un descuido pasajero.

De las profundas raíces, donde el amor tiene su origen, se alargan los sentimientos de audrey que ascienden por las venas como sangre que alimenta los corazones de dos, quienes no sabrían qué hacer si les faltara. Audrey los desangraría si ocurriera lo peor, y eso en una vida no se olvida. Volver a tejer el día sin ella será un dolor que les dejará al desnudo el alma.

Audrey es la alegría que los despierta cada día para jugar. Ella solo quiere jugar... y eso es bueno, pues a veces nos olvidamos de la importancia que tiene jugar, sino a la pelota, detrás del palo, y, al anochecer, como dona, ladrarle a la luna... Jugar con audrey a ser feliz. Pero audrey aún es muy joven y la primavera adolescente no será capaz de trasgredir la palabra amor y enmudecerla.

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