Hoy es Noche Buena, ¿y qué? Digo yo que será la noche. Entonces, ¿alguien me puede explicar por qué esta casa ahora está patas arriba?
-"Me falta algo y no sé qué es".
-El teléfono: "Feliz Nochebuena".
-El teléfono: "¡Felicidades, fía!".
-Llaman a la puerta "¡Felicidades!".
-"Rápido, no me puedo entretener que me pasa la hora de la peluquería".
-El teléfono otra vez: "No está".
-¿"Y dónde está? ¡Ay, madre!".
-Y yo qué sé...
¿Qué y por qué? ¡Ya vale!. Mi mascota alteradísima, y yo arrepentido de vivir. No podemos con este plan de emergencias. Yo, mientras llegaba la noche quería tomarme el día para pasear y recordar los buenos momentos de la vida, que uno ya tiene edad para hablar con propiedad de las cosas buenas de la vida. Pero no. Hoy es el día de los excesos. De las afrentas a mi intimidad, violencia diría. E imposiciones: esto y luego aquello, y no te olvides de tender la ropa.
Si esto es el día de la noche que me espera renuncio. Entrego mi dimisión. En un día feliz como el de hoy tiene que estar presente la vida. Tendré que bajar al infierno para que alguien me diga cómo llegar al paraíso.
Propongo un alto en el camino, porque de seguir así, no llegaré a celebrar la Noche Buena. Y aunque sé que el buen vino siempre me ayuda... Señora mía: Hágase tu voluntad, pero aténgase a las consecuencias de este desmemoriado y su derecho a la vida. Laberinto de conciencia. Una mente como la mía le falta capacidad. De seguir en este plan entregaré vencida mi vida a la muerte.
¿En qué momento olvidamos lo principal y postergamos lo fundamental, señora mía? ¿No te das cuenta que no vimos llegar el Espíritu de la Navidad, ni siquiera el invierno?
De nuevo llaman a la puerta y no hay nadie. ¡Qué raro!. Un sobre grande en el felpudo: Remite: La familia: Ilegible. "Carmen, te queremos". "Eres insuperable". Sí, como el brandy. ¡Hay que joderse!. ¿Y a mí qué, quién me quiere a mí?
¡Yo!
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