sábado, 24 de diciembre de 2011

Carmen.

Resuelve problemas como hormiguita sin sueño y está siempre dispuesta para Patricia y Kristel, que son la esencia de su vida. En las lides del amor, puede construir un imposible con discreción, ternura y cautela, sin más rapidez que la de una lágrima corriendo por sus mejillas. Se deja robar un beso como una quinceañera despistada y puede ser tan tierna como esa gota de rocío que parece navegar en el pétalo de una flor. Es femenina frente al mar y mujer de armas tomar a la hora de enfrentar el trabajo diario. Rondando los cuarenta, no me necesita sino para complementar su vida y compartirla desde el respeto y el amor. En su formación fue determinante la vida, comprensiva e inteligente, jamás abandonó su lado humano, ni su independencia, ni la inmensa capacidad de aprender. Autodidacta y dueña de sí. Me conoció siendo muy joven y tiene a bien concederme parte de su saber en código de responsabilidad, de ser y estar, de dar la cara sin castrar sus ansias de mujer. Su liderazgo familiar le permitió dejarse llevar por las vicisitudes que le salían al paso con fundamento y coherencia; supo doblegar situaciones de difícil calado sin dejar de alentar a toda la familia, en especial a mí. Ay, me vuelve loco y más.

Le escribo a Carmen, mi esposa, una mujer verdadera como el pan, independiente como un pez, soñada como una noche de reyes, tan deseada por mí como el sol lo es del alba. En fin, ahora que no es noticia mi incapacidad, que ha salido a la luz la imposibilidad que tengo de vivir sin ella; ahora que sé hasta dónde llega la deformación de mi vida si no está cerca de mí, he de confesar que hace demasiado tiempo que no le regalo una orquídea, su flor preferida. Pero nunca es tarde. Amor.

Carmen.

En sus ojos descansa la belleza,
la pasión de enamorada,
el amor de madre;
pero con un dulce misterio.
Pero hay más.

Ella es más.
Ella es el orden, la sabiduría encuadernada en piel insuperable.

Ella es la voz, el rumor armonioso que da vida.
Ella es el amor, y yo solo necesito de su poesía para vivir;
el aire, y todo lo demás,
no importa cuando la siento cerca.

Sin más datos es todo para mí, mi universo, en resumen, lo que ven mis ojos. La mujer que amo.

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