A una amiga la veo muy desanimada. Dado mi conocimiento avanzado sobre el asunto, diría que vive en esa línea fina de la depresión. A una amiga no le quiero decir, pero no estaría mal que visitara a un psiquiatra para que abriera su mente y urdiera un plan de sanación. Porque sus miedos... porque a mí no me puede decir su marido que no me recibe, que está en el retrete llorando... que no. Mi amiga me tiene preocupado desde que hace un año pasó por un trauma difícil de superar. Mi amiga no es la que era. Hay gente que tiene miedo al psiquiatra. Le dices psiquiatra y enseguida piensan en el manicomio. Los psiquiatras tienen mala fama entre las personas que están de aquella manera y no lo saben o no lo quieren saber. Sin embargo, un psiquiatra puede ser la alternativa que existe entre la vida y la muerte. "... y de pronto, sin darme cuenta desperté y no podía levantarme, era incapaz de abrir la ventana de mi habitación. Me pesaban los ojos... aquella luz. Solo quería estar a oscuras. Las sábanas cubriéndome eran mi refugio. No sé cómo pudo suceder. De dónde salió esta pena tan grande... no la vi llegar, ¿qué me ocurre? Una angustia me invadió inexplicablemente y sentí unas tremendas ganas de llorar. Y lloré, y lloro cada día desde entonces sin saber porqué". Hay gente que llora su melancolía y no sabe qué le ocurre. Hay que abrirse al conocimiento de la ciencia. Y el psiquiatra es la ciencia que nos puede ayudar. Hay quien dice que no va al psiquiatra porque solo le da pastillas de colores que le maquillan su tristeza. Y es verdad, como lo es que llegamos desbaratados y tiene que relajarnos para llegar al origen del trauma. También para que aceptemos su ayuda porque siempre vamos obligados. Yo tampoco quería ir, a mí me llevaron a la fuerza el día que me encontraron de palique con María, la Magdalena. Esto va serio: A veces no sabemos qué nos ocurre y un psiquiatra nos puede ayudar; son culpas y otros miedos: es una vida que no es vida ni nada que se le parezca. No debemos tener miedo al psiquiatra, nuestra salud mental tan deteriorada en estos tiempos lo necesita. Hablo de mi amiga, y le vale a cualquiera. El asunto es grave y lleva su tiempo. A mí ya no me duele el alma ir al psiquiatra, de cuando en vez me deja creer que soy ella, me cambia la silla y hace que me sienta el hombre más feliz de la Tierra... o del Cielo: La María siempre me acompaña.
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