Apenas nada, son cinco días lo que le que le quedan al 2011 y son perdidos. Las empresas están a media producción, la prensa confunde el sábado con el domingo; del lunes no dicen nada y siguen con el mensaje del Rey (un poco agrada pero lo mucho empalaga). Se trata de acabar el año como sea y de empezar el otro, que según me cuenta aún no tiene nombre. De siempre se sabe que después de un año llega otro, y en esta ocasión también va a ocurrir igual. Pero las cosas no están claras. El gobierno prorroga los presupuestos, también nombramientos de segunda línea, secretarios de Estado y directores generales. No tienen interés en tomar medidas de gobierno. Sabemos que serán de recortes que no de ajustes, pero no res. El gobierno no se quiere mojar y la sociedad tampoco. Nunca tuve esta sensación de miedo al finalizar el año. Y he pasado por muchos... "Virgencita que me quede como estoy". Ni eso se oye decir por las calles porque nadie sabe; entonces no nos atrevemos a predecir o prometer. Ni siquiera lo clásico: deporte, dieta, dejar de fumar... Las clásicas promesas incumplidas de cada año que empieza. Malo: si sigo en este plan no acabaré el año sin entregarme al maligno por nada... Me he levantado de un pesimismo esta mañana que no me puedo permitir, ni yo ni nadie. Las cosas no están bien, vale, pero saldremos de esta, aunque sea simplemente porque nos toca. Además, que recibiremos el nuevo año queramos o no. El gobierno hará lo que tenga que hacer y no se hable más. Y nosotros también como sociedad. Ojalá los desempleados tengan mejor suerte ¿? y los empleados conserven su puesto de trabajo. Los pensionistas aguantaremos. Y que la salud no nos falte. Eso. Bueno, y los enamorados a seguir enamorados que es gratis... ¿Habrá tanto enamorado porque es gratis? El amor, paradigma insustituible del humano ser asunto mercantil. ¡Hay que joderse!. En fin, una cosa tengo clara, sentirse agradecido compensa las amarguras de todas las ingratitudes. ¿Bendito amor o santo fornicio? Mejor lo dejo aquí. (A veces surgen situaciones en la vida que nos atribulan de tal manera que nos impiden pensar para encontrar la salida).
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