Hoy, un domingo de ir a misa con la cara de no haber ofendido de palabra y obra a la vecina chismosa, ni siquiera a Dios, me acabo de dar cuenta que me falta un día. Torpe de entendederas tardé en enterarme. Llevaba más de una hora leyendo titulares de prensa y solo aparecía el Rey justicia para todos. ¡Burro!. Resulta que hoy, además de domingo de ir a misa es Navidad, y en Navidad nunca ocurre nada porque no hay prensa. Así, si no hay prensa no hay malas noticias; buenas tampoco, claro, pero a eso ya nos tienen acostumbrados. No hay fúrtbol. No hay pobreza por las calles, ni tampoco hay indignados. No hay políticos, ni banqueros. Hoy, es de esos días que uno no sabe lo que le falta porque no lo tiene o lo perdió. Pudiera ocurrir que nunca lo tuvo, como el amor. Uno escribe deprisa y no se para a pensar que el humano ser se acostumbra a lo malo como si fuese bueno. Llevamos demasiado tiempo con malas noticias. Luego te asomas a la ventana y no pasa nadie. Entonces, si no ocurre nada y no pasa nadie (lógica): es el fin del mundo. Pero no. Somos negativos por naturaleza, simplemente es Navidad y como todos los años los periodistas se han tomado el día de descanso. Un día al año de descanso se agradece. Todos y todas deberíamos descansar un día al año por ley. ¡Genial!. No hay prensa, no hay nadie por las calles. Por no haber ni hay amor, amor de urgencias, amor sin compromiso. Amor de aquí te espero. Hoy es domingo de ir a misa. Hoy es un día para el olvido. Entonces, mientras lo olvido dedicaré el día a leer un libro, a blasfemar y a difamar como siempre... Hoy dedicaré el día a perderme en el paraíso... Pero no pienso crucificarme. Prefiero esperarte que morir de amor, si. No vuelvas, prefiero esperarte.
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