viernes, 16 de diciembre de 2011

Paz y Amor en Navidad

-Hola cariño.
-Puedes creerme, ¡Ciento veinte euros y no he podido comprar ni la mitad de lo que necesitaba!.
-Te creo. Pero al menos te alcanzaría para el tabaco, ¿verdad?
-¡Estúpido!.
-Perdona, es que precisamente estaba escribiendo sobre los excesivos gastos que hacemos  en Navidad.
-No son excesivos, son los que son.
-Eso es verdad, pero más bien deberían ser los que nos pudiéramos permitir...
-Calla, calla, que estamos en Navidad.
-Y dale.
-¿Y dale qué?
-Cosas mías, cariño. Pero dime, llegaste enfadada porque no pudiste comprar con ciento veinte euros todo lo que necesitabas, ¿cómo es eso?
-Es igual, nos arreglamos. Compre sucedáneos y marcas blancas.
-¿Me estás diciendo que vamos a cenar harina en blanco y en botella?
-No te entiendo. Pero tú sigue en tu rincón y no te muevas hasta la hora de comer. Tranquilo, ya sabes que no puedes alterarte que luego te pones como te pones.
-Ya. Tienes razón cariño. Como siempre tienes razón... Por cierto, sabes si tu madre vendrá a casa esta Navidad...
-Claro.
-¡Dios mío, ampárame!.
-¿Qué dices?
-Nada, que es estupendo reunir a toda la familia en estas fechas tan entrañables.
-Ese deseo tuyo de Navidad en familia me suena sarcástico, quizá porque aún no olvidaste la que tuviste con mi madre el año pasado... ¡Impresentable!.
-¡Calla por Dios mujer!. A propósito, ¿sabes si, además, vendrán tus hermanitos?
-Naturalmente, sino no sería una Navidad como Dios manda.

Dios manda mucho pero nadie lo escucha. ¿Qué no habrá una amiga ida que me perdone y me invite a cenar de sobaquillo en su casa esta Navidad?

4 comentarios: