domingo, 21 de diciembre de 2014

La razón.

Es una persona que se jacta de lo difícil que es satisfacerla con la verdad... Por eso nadie lo pretende (que se joda). Simplemente la razón está siempre de su parte (la María sabe que no es bueno tener siempre la razón). Resignación: "A quien Dios se la dé San Pedro se la bendiga".

Sus virtudes sólidas raramente se encuentran entre sus conciudadanos, habitantes de un país alejado. Gentes que fueron y volvieron hicieron intentos para introducir la razón como virtud en nuestra civilización pero no. Se comenta que lo intentaron con escasa convicción; de ahí se desprende que solo exista una persona razonable aquí en la Tierra como en el Cielo.

Ahora bien, al margen de la estupidez anteriormente expuesta, la razón consiste no solo en tener maquillado el estado de ánimo con pastillitas de colores, ni siquiera en cumplir con los ritos religiosos y obedecer las tablas de la ley, ni mucho menos ser paranormal al defender la verdad. Tampoco basta ser piadoso y justo para poseerla. Para tener la razón siempre de nuestra parte es necesario conseguir que los demás alcancen un estado de receptividad adecuado para creérsela. (¿De qué sirve tener la razón si nadie te cree? La razón no siempre es justa y puede hacer daño, del mismo modo que la justicia de uno pudiera perjudicar a otro, cosa que manifiestamente la persona que se precie de tenerla (gloria a Dios) debe impedir.

En resumen, si se quiere tener la razón se debe impedir por la fuerza si fuera preciso que alguien la compare con la verdad. Naturalmente, no siempre la razón tiene que ver con la verdad. Disponer de la verdad y adaptarla a las circunstancias es la clave para que la razón esté siempre de nuestra parte. Y amén.

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