sábado, 13 de diciembre de 2014

Y dale con el aborto.

Los antiebortistas vuelven con el nuevo ministro Alfonso Alonso: ¡No al aborto. Y las mujeres con derecho a decidir sobre su cuerpo y su vida exigen al Gobierno que detenga cualquier amenaza de reforma. ¡Sí al aborto!.

El asunto es cosa de mujeres. Sin embargo, fanatismos religiosos que no dejan de ser falacias en defensa de la vida presionan al gobierno para que se castigue con pena de cárcel a las mujeres que aborten. La cúpula católica encubridora de curas y allegados pedófilos es su pricipal aval. Llegado este punto, es de justicia reconocer la labor del Papa Francisco para erradicar esa encubrición pedófila de la iglesia.

La mujer proporciona los óvulos a fecundar y aloja en su vientre el embrión hasta el desarrollo completo del feto y el propio nacimiento de su hijo. El hombre solo aporta el espermatozoide que fecunda el óvulo. De ahí en adelante la mujer corre con todos los riesgos del embarazo.

Es de justicia que la mujer tenga derecho a decidir sobre su cuerpo. Derecho a optar por la interrupción del embarazo que pudiera ser un trauma, y a más si se trata de mujeres violadas (no se puede obligar a una mujer a parirle un hijo a un violador), o mujeres con embarazos de riesgo, embriones mal formados. O riesgo de muerte de la mujer, sufrimiento permanente, o si además se combina con la pobreza. Razones existen para que a la mujer se le reconozca el derecho a decidir sobre su cuerpo.

Lo del exministro Gallardón sobre el aborto institucionalizado que es fuente de vida, bienestar individual, familiar y social. Ayudar a la madre en lo que necesita se fue con él al consejo consultivo de la autonomía de Madrid por 8500€ al mes. 

Lo que se sacrifica, antes de que la criatura esté conformada, es un embrión que no ha llegado a la condición de ser humano; y lo que se salva y se preserva es la mujer que no quiere o no puede. Una mujer no aborta por placer o capricho. El ovario es fecundado por el espermatozoide y ya es asunto del gobierno. Camino del disparate se llega a la ridiculez, o a asumir el dogma de “defender la vida desde la concepción hasta la muerte”. Se trata de considerar la interrupción del embarazo de asesinato en primer grado. Aferrarse a la idea de que un embrión es una persona y penalizar la interrupción del embarazo espiritual implica desprecio por el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo y atenta contra el sentido común. Y la ciencia.

El embrión que propicia la vida también propicia la muerte. La muerte de una mujer.

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