domingo, 7 de diciembre de 2014

¡Feliz Navidad!.

Los colores y las luces de neón y ése calor humano de los que vuelven a casa por Navidad logran que nieve y llueva. Diciembre siempre será un mes para llorar por los idos y bien hallados. La Navidad la inventó El Corte Inglés para hacer el agosto en primavera. ¡Siempre sera primavera en El Corte Inglés!.

Inexcusablemente llega diciembre y saca lo peor que hay en mí. Error inexcusable, lo reconozco. No son iras ni rencores, sino recuerdos que no vienen al caso, y si no vienen al caso ¿para qué traerlos? Se trata de revisar los proyectos logrados y los que no. Todo en feliz armonía. (Lo tengo escrito por ahí: Solo dona está en su lugar).

Pero no es tiempo de lamentaciones sino de algarabía. ¡Viva la Marimorena!, y ande ande y ande. O no ande, al fin, es tiempo para celebrar lo que viene y preguntar por lo que no vino: El porvenir.

Se pudiera decir, aunque nada más fuera por quedar bien, que éste es tiempo más que de regalos y cantar villancicos de atención a los seres queridos. La familia, no me canso, la familia. Esa familia que aparece por Navidad y agradece los detalles de soslayo con su humilde presencia.

La familia son los hijos e hijas, y los seres queridos, amigas de siempre, amigas y amigos de corazón. Ésa es la familia. La familia que vuelve a casa por Navidad y vive a la vuelta de la esquina y no aparece en todo el año no es familia ni nada que se le parezca. Disculparán que a esta altura de la estupidez recuerde a Eugenio: "Un día gris a mi esposa le detectaron un cáncer y solo una vecina llamó a la puerta".

Que Dios y María bendigan a todos y todas. Y que se haga realidad esa oportunidad de alcanzar algunos sueños. Un sueño al menos. ¡Joder, dona, los sueños ya no se hacen realidad!. Fe y esperanza. Es mi deseo para todos y todas que se alcance un sueño y más. ¡Feliz Navidad!.

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