-Hola, Eugenio.
-Has visto ayer la tele...
-No veo la televisión, Eugenio.
-Es un (¿?¡!¿? y su madre no tiene culpa), ¿qué más quiere de nosotros?
-No sé qué decirte, Eugenio. Tú procura llevarlo sin apasionarte demasiado...
-No puedo, crees que a Carmen no le han pagado ni un duro por la dependencia, y lleva postrada en la cama cuatro años. Tengo que pagar a una chica y...
-Lo siento. ¿Sabes que hoy es 14 de abril?
-¿Y qué?
-Que es el día de la República, y que llegando a casa tomaré una copa de vino a tu salud.
-Ven conmigo, te daré una botella. Yo no puedo beber, así que la llevas, tengo unas cuantas y las tengo que regalar...
-Yo tampoco puedo beber, pero a (la dama que vela mis sueños) la neuróloga no le diré que me tomé una copa de vino a tu salud. Y si lo supiera tampoco se enfadaría.
-Me voy, a las dos se va la chica y tengo que estar en casa.
-Dale recuerdos a Carmen, buen amigo. Y tú cuídate.
Es Eugenio, mi sabio y viejo amigo Eugenio. Ya no es ni su sombra. No me explico cómo puede dar pedales en su bicicleta. Entre la bicicleta y él no pesarán más de 50 kilogramos. Al verme paró y le tuve que empujar para salir con un poco de fuerza. ¡Va por ti, mi buen amigo, por ti y por Carmen!.
Salud y República.
Buenos, viejos y queridos amigos. Creo que todos tenemos un Eugenio en nuestras vidas. Un abrazo enorme!
ResponderEliminarLa amistad. Un honor. Muchas gracias.
ResponderEliminarSalud
Si no hubiera amigos la vida seria tan sin sentido.
ResponderEliminarLa amistad, y de ella las amigas. Hablo por mí. Muchas gracias. Beso.
ResponderEliminarSalud