miércoles, 17 de abril de 2013

¿Qué tal?

Conscientes de las alteraciones que sufren mis estados de ánimo ("unas veces me siento como pobre colina y otras como montaña de cumbres repetidas. Unas veces me siento como un acantilado y en otras como un cielo azul pero lejano". Mario Benedetti), aún hay gente que me pregunta: ¿Qué tal? Y yo les digo que se vayan a la mierda...

Para este de soslayo en un día cualquiera, que ya está bien de ponerle nombre a los días y sus motivos como si fueran boleros, pienso en un ser humano mediocre; se trataría de un hombre y de sus simples características. Claro, que ese hombre por necesidad sería un ser humano dañino que creería por convicción que todo el mundo es estúpido. Que se hace la víctima a sabiendas que es indigno y tiene una historia que contar propia de una antología macabra. Su pasado es oscuro, pero él lo hace transparente con su verborrea fácil. Su mayor virtud es la omnipresencia, que logra mantener sembrando el temor entre los que le rodean y no reconoce. Tiene facilidad para convencer a gente comprando sus conciencias y ofrece un puesto de privilegio que después se convierte en copago permanente por los favores prestados. Ese hombre vil carece de escrúpulos, pero si despistados algunos asoman a su espuria alma, los sabe manipular con increíble acierto. Nadie sabe cómo piensa y hace alarde de sus decires en los que no cree. En aparente sinceridad, se le confunde con sus actuaciones preñadas de malas intenciones. Tiene como arma y escudo la intriga y el oscurantismo. Maneja la desgracia ajena con una esmerada propensión a lastimar a las personas que le quieren. Es un experto en la justificación, pues tiene el preciado don de confundir la verdad convenientemente maquillada y conforme a sus propios intereses. Nada tiene que perder: lo que tiene lo ha ganado en el campo del fraude y el engaño. Ese hombre dañino es un personaje audaz, a la par peligroso y vengativo que no tiene reparos en decir a la cara que el que se la hace la paga. Si lo ven, cuídense, aléjense de sus predios, porque solo anida en él la falsedad. Aléjense de un hombre de esa naturaleza, pues nadie sabe cuándo utilizará sus largos tentáculos para sabotear cualquier iniciativa que entienda le venga camino de los sentimientos y le provoque un cambio en su vida.

Algo importante, y evocando a este espécimen en concreto, diré que vive por lo que dura su tiempo, y no le importa el daño que puedan ocasionar sus obras, por demás inexistentes en lo que tiene que ver con el espíritu de la razón y el gozo. Por cierto, este hombre, que bien pudiera ser mujer, no descubriría hasta mucho después de haber muerto que el cambio en su vida se estaba fraguando hace tiempo, porque ella -efectivamente no es hombre sino mujer-, lo quiero decir es que ella... "no hay revolución fruto del azahar". (Un cambio en la vida viene bien, pero solo tiene éxito si lo motiva una necesidad, y que ésta sea consecuente con razones que vayan más allá de la realidad que se desea crear. En el clima de duda permanente que vives, a tu pregunta de cambio en tu vida, diré que te convendría acercarte más a la razón del cambio para así contribuir a albergar nuevas esperanzas).

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