"El Congreso de los Diputados convalidará hoy la reforma laboral que el Gobierno aprobó por decreto ley". EFE. En eso estamos, y en todo lo demás.
Porque hoy es uno de esos días que las calles están mojadas sin haber llovido. Porque seguimos sin resolver asuntos fundamentales: la educación, la sanidad, la minería del carbón, la reforma laboral. Estado de Bienestar. Porque el tiempo para nada ayuda, tic, tac, tic, tac, escribiré de mala gana. Pero nadie merece tal ofensa, así que escribiré de los señores dueños de los partidos políticos y sus políticas aunque duela. No niego que en política ocurran cosas imprevisibles en cualquier circunstancia. Entonces, el político avispado que va dos pasos por delante sabe reaccionar urgente y atajar de manera efectiva los contratiempos considerando el bien común. O el mal menor. El político ha de prever y saber controlar las situaciones que se producen y siempre estar dispuesto a decidir con sosiego y afrontar con decisión desde la lucidez consciente de que, en todos los ámbitos de la vida pública, lo más importante es ser ecuánime. Esta palabra por sí misma es significativa, y ha de mantenerse imperturbable a pesar de los pesares, de los futuros resultados electorales, quiero decir.
El buen político no se doblega ante la certidumbre ni la incertidumbre. El buen político tiene visión clara de las cosas. El buen político obra correcto. El buen político hace política que implica la sabiduría que en todo momento es esencial, y, así, la aplica a los contratiempos que surjan. El buen político resuelve sin vacilar los contratiempos... nunca los crea.
Vivimos tiempos penosos para la sociedad. Y el gobierno no está a la altura de las verdaderas necesidades del pueblo. Al contrario, permite ingerencias ajenas a nuestros intereses. El ego del gobierno. Ego siempre desmesurado que crea conflictos, tensiones, descalificaciones, resentimientos y más pobreza. Es un fuego cruzado de arrogancia y prepotencia, de vanidad y orgullo desmedido. El ego, el superyó de Freud que genera el infortunio del pueblo por decreto ley. Es cuestión de cintura política: pensar lo que hacer compartiendo responsabilidad; de compromiso con el cargo: respeto ciudadano. Y tal vez de humanidad.
"En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa". Antonio Machado.
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