"La ventaja de esperar lo peor en todo momento es que al final las cosas nunca resultan tan malas".
Estúpido consuelo el mío dada la actual situación de indiferencia y menosprecio social que vivimos. A veces cortinas de humo me nublan la vista en una oscura realidad y por momentos no sé dónde vivo ni quién soy, y la tristeza se apodera de mí reconociendo el rostro del desánimo... Hoy, la tristeza ocupa todo mi tiempo. Lo ocurrido colma todas las instancias de la razón, pero esa no es la cuestión que desnuda la tragedia, porque el drama va más allá de la muerte de una niña que aparentaba ser mujer por sobredosis. Ocupada desde los sueños infantiles en traficar con la esencia que miente y mata vivía con la misma euforia que hoy presenta demasiada gente en nuestra sociedad como para que nadie sepa nada.
Estúpido consuelo el mío dada la actual situación de indiferencia y menosprecio social que vivimos. A veces cortinas de humo me nublan la vista en una oscura realidad y por momentos no sé dónde vivo ni quién soy, y la tristeza se apodera de mí reconociendo el rostro del desánimo... Hoy, la tristeza ocupa todo mi tiempo. Lo ocurrido colma todas las instancias de la razón, pero esa no es la cuestión que desnuda la tragedia, porque el drama va más allá de la muerte de una niña que aparentaba ser mujer por sobredosis. Ocupada desde los sueños infantiles en traficar con la esencia que miente y mata vivía con la misma euforia que hoy presenta demasiada gente en nuestra sociedad como para que nadie sepa nada.
Antes en mi pueblo todos nos conocíamos. Unos tenían campos de naranjos o de arroz y eran millonarios. Los corredores que compraban y vendían también lo eran, como el alcalde, el boticario, o el prestamista usurero, en fin, todos ellos eran millonarios y colmados de éxitos. Hoy los millonarios han cambiado. Digo y aclaro que la droga cada día ha llevado más su lucrativo excremento hasta las entrañas de una parte de la sociedad. Antes en mi pueblo todos sabíamos cómo y cuándo se hablaba del otro vecino y de qué. El chisme competía con el truc de manera encarnizada. Pero ahora en mi pueblo ocurre que, con un pretexto cualquiera, uno puede al doblar la esquina encontrase con alguien trapicheando. Lo que demuestra este drama es el lamentable hecho, la confirmación veraz, la dolorosa certeza de cómo ha ido la droga adueñándose de la vida de ciertos ambientes invisibles. A pesar de algunas coincidencias, a las autoridades aún les falta pasar de las palabras a los hechos con audacia, llegar a un lugar alto y desde allí dar el golpe definitivo y ser ejemplo. Lo demás tendrá que aportarlo una sociedad de hombres y mujeres de bien con la angustia de saber que como pueblo, estamos dejando a nuestros hijos un futuro cada vez más incierto. Y hablo de mi pueblo que no lo es, o de cualquier otro que tampoco, porque nadie sabe nada. Quizá sea porque todos vivimos en ellos.
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