¿Cuál es el estado actual de tu universo íntimo? ¿Agujero negro, tal vez? ¿Quizás un big bang? ¿Acaso una lluvia de estrellas? ¿O un choque de asteroides? ¿Demasiados planetas sin vida? ¿Galaxias en expansión? ¿Exceso de cometas fugaces?
¡Santísima que estrés!.
¡Santísima que estrés!.
Vale, sí: confieso que lo hecho de menos... También que escribo, además, para sentirme útil. Me gusta que me lean. Sí, lo confieso. ¿Y qué? ¿Crees que puedo ofrecer algo interesante que interese a los demás? ¿Crees que algún día podré escribir un Best Seller? Qué no sabes que soy incapaz de seguir un guión, que cuando escribo más de una página acabo escribiendo en los márgenes porque me explota la cabeza... Cabeza, tronco y extremidades, ¿recuerdas? Eso me dijiste acerca de lo que debía tener un buen relato. Otra día me dijiste que los que escriben corto les cuesta escribir un libro. Está escrito. En fin, es peligroso vivir los años y darte cuenta que el intelecto te falla. A pesar de los pesares, y la mala hora, escribo a diario según mi entropía.
Un día me dijiste que llamara y llamé pero no estaba.
Un día colgué emocionado por algo que me dijo el que pasaba las llamadas.
Un día hablé con ella...
Un día le envié un e-mail...
Un día la volví a llamar, y sabes qué: res de res.
Que la María bendiga mi ausencia.
Para mí el éxito fue recuperar la estabilidad emocional y aplicarme una justa sentencia. Ahora, en paz, la derrota ajena me envilece. Lo que quiero decirte es que aprendí la lección, y así no se puede ir a ninguna parte. Si volviera acabaría conmigo a la menor estupidez que me soltara. En fin. (Por cierto, me gusta este trueque de mensajes, seguiremos otro día si tú quieres).
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