De aquel día recuerdo, especialmente, a una joven de fucsia vestida que al cruzarnos se detuvo la brisa y se elevó el sol ante su mirada.
Cómo no iba a recordar... Y sonriendo guardo silencio mientras los demás con urgencia pedían una copa de vino. Uno no ha olvidado todavía ni aquella mirada ni aquellos ojos negro azabache.
Cómo no iba a recodar... Palpable y orgullosa realidad. Si existe un lugar en el mundo donde se respira el orgullo de ser como se aspira es en este pedazo de cielo. Sin embargo, aquel día la única nota discordante fue mi fracaso por no dar un puñetazo a la hipocresía reinante, aunque no pierdo la esperanza ni el momento para hablar mal de lo que está mal. Pero sigo en mi insistencia, improbable pero no imposible. Mientras tanto y llega el día, camino y busco atajos cada vez que puedo para celebrar aquel día. Una joven de fucsia vestida. (Ay, bolero, qué difícil bolero es olvidarte).
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