No me puedo quedar con la duda. Vale que si lo dice la RAE va a misa. Pero creo, y va en serio, que un loco es algo más que un molusco o una persona desbaratada. No lo sé de fijo, pero por qué un loco no puede ser una persona que está bajo la idea fija de su mundo donde aparecen imágenes, historias y palabras al compás y al ritmo de sus satisfacciones. Por qué un loco no puede ser esa persona que se recrea en la creación, en la soledad, y aunque a veces la angustia le mortifique incesante, la intención, y más que ella, la misteriosa chispa de la imaginación que le permite perforar las intimidades de un mundo paralelo donde solo se juntan las vidas en armonía. Un loco, y eso sí que lo sé de fijo, no es un ser vulgar. Un loco es un verso, la prosa que a todas hora dice y muy pocos entienden. Un loco es alegría, también tristeza. La concatenación enajenante de la vida, el intranquilo estado de una espera imprecisa. Un loco no hace daño a nadie porque no es normal. Un loco es bendito amor, vasta mirarle a los ojos. Y si por decir fuera, me atrevería a decir que un loco es un poeta. Un poeta que sabe situarse en el punto exacto del cenit inaccesible a las personas normales, la intercesión donde se intercede a favor de lo humano. Un poeta, un loco capaz de dejarse envenenar por una mirada decidora. No todos pueden ser poetas o locos si es lo mismo. La mayoría somos normales y eso jode.
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