-Tiene usted que plantearse dejar de fumar. La edad no perdona. Y de beber. El corazón. En esta radiografía sale todo negro. El corazón y los pulmones.
-¿Qué me dice?
-La radiografía no engaña.
-Ni el algodón.
-¿Perdón?
-Que me acaba de dejar estupefaciente.
-Es lo que hay.
-Pero si no fumo ni bebo.
-Pues en la radiografía sale todo negro.
-Ya sé: La mina de carbón.
-Pues ahí lo tiene usted: Silicosis. Tiene usted el tercer grado. O más.
-Pero si era la mina imagen de El Entrego. Tiene que ser otra cosa.
-¿Otra cosa? Tiene usted metástasis hasta en el gorro. Está usted muerto.
-Eso no se lo creo.
-Si lo sabré yo que estudié para eso.
-Para matar no hace falta estudiar, listilla.
-Espere, recuerdo que un día... ¿Está usted enamorado?
-Sí.
-Pues igual no está muerto.
-Si ya se lo decía yo.
-Verá: cuando el amor entra en crisis nos hace parecer cansados y deprimidos. Y todo lo vemos negro, y no solo lo vemos, sino que por dentro lo tenemos todo negro. De ahí lo de la radiografía. El desamor es mortal.
-Qué desamor ni qué amor. Usted está empeñada en matarme o que me muera, ¿no votaría al PP, verdad?
-Sí, voté al PP, ¿pasa algo...? Ante todo soy médica. Cuando el amor no es correspondido la energía emocional desaparece, y la esperanza, pasión, ánimo, entusiasmo; todo se convierte en circunstancias tóxicas: sentimientos de culpa, remordimientos. Solo hay tres remedios: Uno, que ese amor sea correspondido. Dos, volverse a enamorar. Y tres, morirse.
-Y dale con la muerte.
-También lo puede intentar yendo de peregrinación a Roma. Y descalzo, que lo suyo es mucho.
-Sí, claro. Sabe qué le digo, la radiografía que me enseñó no es mía, es la suya. Usted es la que está negra por dentro. Metástasis... Desamor... Tiene usted una cara de amargada que espanta. Ande, dígale a Rajoy que le devuelva su voto y verá como mejora. Sentimientos de culpas... Remordimientos... El miedo la está matando.
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