viernes, 25 de mayo de 2012

Hijas de la noche

Mi vida, que queriendo como no lo quise yo, quien se viene hoy a marchar. Pero cierto es que decir "ya no te amo" prolongó una despedida que elegiste tiempo atrás. Con ella me encamino en esta noche con luciérnagas, que se abre con las llaves de tu nombre. Fernando Delgadillo.

Llega el buen tiempo y las luciérnagas iluminan la noche con el permiso de la luna dejando al descubierto un secreto: un corazón enamorado más allá de una simbología poética que expande los sentimientos en la noche.
    
Las luciérnagas no son luces para iluminar el camino del adiós que lleva los sentimientos con harapos que las cubren.

Las luciérnagas son rayos de luna llena disipadas por el camino: Hijas de la noche.

Las luciérnagas existen para reconocer el final del camino, sin embargo, a veces queremos seguir a oscuras en busca de quien compartir algo más que el final del camino. Todos somos dignos de nuestros sentimientos.
     
Las luciérnagas copan el espacio de las interrogantes con su luz y van creciendo a la vez que se va acortando el camino... y la luz de su horizonte.
    
Al partir me dejaste tu sonrisa como una estela de tu impoluto sentimiento. Buscabas una disculpa para irte y me obligaste a decir "ya no te amo". Siempre mantuviste tu digna conducta en los diferentes escenarios de la vida, y tus principios hasta el atardecer de tu despedida. Toda la magnitud de tu ser. (¿A qué juegas, mujer? Alentar tu orfandad, justificar tu exterminio, son argumentos para acallar tus voces de pasión).

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