martes, 18 de abril de 2017

Un beso y se acabó.

Traigo a de soslayo un beso y se acabó porque al fin se acabó Semana Santa y volverá a ser otro año y otra semana si Dios quiere; quizás el próximo año. Este semana perdí un beso y gané el norte. Con el norte quiero decir Asturias. Lamento sacar mi origen de coordinadas a pasear pero un amigo asturiano me envió un "emilio" (no puedo aspirar a más). Se llama César y de no ser por él esta semana la podían haber borrado del calendario, o solo el Viernes Santo.

Y el Día del Beso tampoco. Hay besos de conveniencia, hipócritas quiero decir. Si yo pudiera explicar, o querellarme por tantos besos hipócritas recibidos colapsaría más la justicia de lo que ya está con tanto corrupto. Daré en loco si no me quito de la cabeza a los políticos corruptos y los amigos empresarios de Rajoy y los usureros y los recortes y todos los etcéteras. Joder, dona, un beso de amor. ¿A quién se le ocurre ubicar el Día del Beso en Semana Santa?

¿Alguien sabe cuánto cuesta un beso de amor? Si un beso de amor se pudiera comprar cuanto dinero costaría o se podría pagar por él? ¿Un beso es perecedero o eterno? ¿Muere el amor? ¿Si el amor con amor se paga, ¿con qué se paga un beso? Un beso de amor es la antesala del paraíso. Miel en los labios. Si el CIS en lugar de atarantarnos con las miserias de este país hiciera una encuesta sobre quién lee poesía la mayoría diría "sí, me gusta, pero no leo poesía". Resulta difícil de entender que la poesía guste y no se lea. A no ser que resulte muy poco de fiar. Miedo dan esas palabras metafóricas o surrealistas tantas veces confusas y siempre decidoras. Cuando un declamador toma la palabra y asume con sentimiento puro la escenificación de un poema penetra en el corazón de manera sublime. Es difícil recitar un poema pero no sentir lo que las palabras dicen es imposible. Un poeta, un extraño que sabe de amor y lo expresa de manera singular, ay. Un poeta es un dios. En época de bla, bla, bla y asuntos inaplazables un poema ocupa un lugar remoto, a veces aislado en la penumbra mental de la desmemoria. Un poema nunca muere, se podrá confundir entre la sombra de las páginas de un libro, pero nunca muere, permanece oculto hasta que un enamorado lo rescata tal vez en una mirada de soslayo. Un libro de poemas ante el fracaso, ante la complejidad socioeconómica que vivimos, ante la anemia intelectual, ante el desinterés malsano. Ante el imposible proceso de olvidar, amor.  

Amanecerá un día cuando las auroras sean luces del recuerdo y de un suspiro emanará una historia conmovedora, entonces, un poema desplegará su mágico poder cubriendo de sutileza el espejismo de un ensueño y se hará sentir en las complejidades de un sentimiento de amor con su lenguaje y una destreza que lo distinguirá de otros. Memoria contra el olvido. Un beso de amor. Un beso, con una semana de retraso. Un beso y se acabó. Gracias... (de nada).

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