Tenemos talento y podemos llegar lejos. El caso generalizado es
que aparecen las malas compañías con una música que suena a Bach y
nos enamora y nos dejamos querer. Y nos quieren, al menos mientras desempeñemos un cargo institucional. Tenemos talento y podemos llegar lejos, pero la mayoría de los políticos -porque hablo de política, no de amor- de este país no dobla la primer esquina. No se examinan y aprueban. Y es cuando empiezan a cocinar a fuego lento a espaldas del pueblo. La pasión
de un político debiera durar cuanto menos un mandato, pero a veces no
llegan a la mitad y si llegan por los pelos; como llegan a fin de mes la mayoría de los ciudadanos en este país, por los pelos. Gracias... (de nada).
Realmente bueno...
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