Acabo de tropezar con una sonrisa y para hoy y mañana estoy
servido, ay. Anda uno agitando añoranzas por si cae una. Cuesta encontrar una
sonrisa al doblar la esquina. O me cuesta. Ojalá una sonrisa no se haya ido detrás de otra promesa. Cuanto daño hace el éxito al creer que ignorando las respuestas se impiden las preguntas.
Cada día me siento a leer y escribir. Y a veces a pensar en ti. Lo dejaría todo por volver a estar rodeado de tu risa y tu alegría. Me escondo en mi impagable soledad porque me asusta
salir de casa sin una promesa fiable que llegado el caso me salve.
Has roto mis esquemas políticos, la palabra, por incumplir tus promesas. Me has defraudado como persona... Yo cría en ti. Si me confieso soñador empedernido no miento, pero los sueños no
penetran como el aroma de azahar de otro tiempo. Nada que
ver con otro tiempo. Este no es el país que soñé, ni su gente venida a menos. El país que soñé sigue deshabitado esperando que resurja de esta realidad sangrante. Tú, y otros como tú que marcan el paso culpables. Las gentes bailan al son que tocan los mantenidos por el Erario y sus verdades sin contrastar. Te has ido con las apariencias. Y por si fuera poco has cambiado tus caderas de acera, ¿acaso creías que no seguía tu caminar? Por figurar y además esperar los aplausos de la manera más torpe posible has perdido la credibilidad.
Nos condenaron sin sentencia y nos enviaron a estancias lúgubres donde la pobreza del alma redime culpas ajenas mientras se aprovechan de los que siempre pierden: ciudadanos de miseria. Ojalá nunca nos acostumbremos a vivir en la miseria. Ni tolerar corrupción a los corruptos
que esquilman el país y toda posibilidad de volver a la dignidad de otro tiempo. Estamos en la indigencia y aún nos
niegan el pan y la justicia. Ya ni vale el puño en alto como desahogo. Las preguntas tendrán respuesta y no valdrá ignorarlas. Pueden apostar. Gracias... (de nada).
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