lunes, 10 de abril de 2017

José Antonio Arrabal (su vida su muerte).

Toda la autoridad de las religiones en materia ética depende de la veracidad de sus doctrinas sobre los hechos. Hay una colisión inevitable entre ciencia y religión. Alan Sokal, en una entrevista ayer domingo para el diario EL PAÍS.

¿Alguien sabe cuándo acaba la Semana Santa? Hoy mi esposa amaneció cristiana y me dio un sermón acerca de la eutanasia y en particular de José Antonio Arrabal, enfermo de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que se quitó la vida tras meses pidiendo al gobierno que despenalice la eutanasia. Mi esposa no está de acuerdo y yo sí.

Nadie sabe de lo que somos capaces de hacer ante situaciones imprevistas, o concretas, o llegado el caso. ¿Merece la pena vivir para matar a los seres queridos? Yo quiero morir rodeado de mis seres queridos para darles las gracias. Si José Antonio Arrabal pensaba parecido no pudo despedirse de sus seres queridos: se tuvieron que ir de casa para no acabar, además de la tragedia, en la cárcel por cómplices de asesinato o asesinato o no sé. José Antonio Arrabal murió solo y desamparado. Si la ciencia te desahucia y la vida te arranca la última esperanza, las reservas de coraje, de luchar o simplemente creer que mañana no será un día posible, acometer la cesación del ser en estado de gracia no debiera estar penado por la ley. Ojalá, y llegado el caso, un gobierno no me impida dar las gracias a las personas que más quiero por tanto amor recibido. Gracias... (de nada).

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