lunes, 24 de abril de 2017

Ayer estuve en Valencia.

Ayer estuve en Valencia. Si digo Valencia digo Kristel. Valencia es hermosa, pero nada que ver con Kristel. Mi niña. Es su vida: el trabajo, algún amor. Es su vida, pero también es la vida en familia. kristel es una joven privilegiada, el 80% de jóvenes viven con sus padres. Eso es bueno y es malo. Me gustaría que Kristel viviera conmigo, pero ella me quiere tener cerca (y a veces lejos. Muy lejos) y vivir su vida en Valencia. La vida que quiere vivir lejos y cerca de su familia. La familia. Un padre nunca deja de preocuparse por su hija. De ahí que a veces me quiera lejos. Muy lejos.

Ayer en Valencia presentí a Kristel muy feliz. Salimos a tomar café abrazados como dos enamorados. Mi esposa nos seguía a distancia y decía... No sé qué estupidez decía. (¿Vais haciendo el ridículo? Envidia que tienen la flores.

Donde el horizonte de un mar se estremece, donde un atardecer fortuito o previamente elegido (¿y a quién importa? permite la excelsa virtud de ser exaltado el amor de una hija. Y yo su padre. Si dos enamorados pasan abrazados por la calle en un periodo de tiempo indeterminado que la vecindad se aletargue, que lea un libro de poemas para que su lectura les abra la puerta del ensueño armonioso de un recuerdo, pero que no niegue la posibilidad de amar al amor. Gracias... (de nada).

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