viernes, 10 de marzo de 2017

Vengo de ayer con memoria.

Y Víctor Manuel San José canta: "Puedo vivir sin creer en Dios, sin alguien superior que me sugiera las cosas desde un televisor; puedo vivir sin fachas sin skins, sin toda aquella gente que afila ya los dientes ante el porvenir. Pero no puedo vivir sin memoria". Sin embargo, recordar a veces es morir.(Oligofrenia. Síndrome esquizofrénico).

No se puede vivir sin memoria. Tan distante de hoy como un sol de primavera, como una luna sin dona que le ladre. Tan negativos y opuestos a la reflexión, seguimos yendo de la mano de unos y otra de todos los colores por omisión del deber entregando esta patria que languidece en noches de fiesta. ¡Viva el vino!. No es mi guerra. Mi decisión no tiene alternativa, insultos ni falsedades. Mi decisión es una y mi pulso no tiene temblor. Para otro acto de hipocresía con lágrimas de Moisés no cuenten conmigo. Un ciudadano de andar descalzo no compra certezas sin fundamento. Un ciudadano de andar descalzo con sus propios ojos acaba de ver cómo robaban al cura de Cáritas. El desprecio y la falsedad acampan a sus anchas en carnaval; no hay fiesta más divertida que carnaval y después el Gardel y esas letras de tango que siguen causando admiración cuando la resaca aparece con un sentimiento de culpa. Conciencia tranquila, no vuelvas con esas, no vuelvas de cualquier manera. No ofendas mi inteligencia, ni pretendas compasión con esa carita de niña Alicia en el País de las Maravillas. Esto que escribo no me sale del corazón, me sale de otra decepción y la memoria. (Ojalá que los votantes quieran, y usted, lector de un solo día que entró en de soslayo para quedarse, que dejen de robar al Erario si algo queda. Y las flores de Les Seniaes. Y en los ataúdes del cementerio). Gracias... (de nada).

2 comentarios: