Una amiga sobrecogida
(quien más o quien menos también vive sobrecogido) frente a un inmenso mar pensó si
no sería acertado tirarse a él, al mar, quiero decir. Una amiga no
sabe nadar y por si la tragedia fuera poca, vive en una cárcel sin
carcelero que son las peores hasta que el miedo no se enfríe. Un día de ánimo desanimado se dejó
rodear por la tristeza y ya no se pudo librar. ¡Oh!, un mar. ¡Oh!, una
cárcel. ¡Oh!, aquella botella que fue promesa
del mes de abril (cada día soy menos yo y más otro: la suma de dos). Si llueve
como llueve en marzo, cuánto no lloverá en abril.
Lo niego todo, incluida la
verdad. La mentira es más sincera que la verdad cuando el viento
viene de cara y el ánimo desanimado. La verdad murió de asombro por no
dejarse asombrar. Maldita percepción de la realidad que impide al amor amar; pocas cosas son
lo que parecen, sin embargo, duele más el amor de una amiga (musa del mes de abril) que la muerte. Gracias... (de nada).
Vaya !
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