sábado, 4 de marzo de 2017

Una mirada de odio.

"No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y se os perdonará". (Lucas 6,37).

Con Ian, camino de Les Seniaes, me crucé con una mirada de odio. ¡Madre del amor hermoso qué mirada!. Como de eso tampoco entiendo, entré en el diccionario de la RAE. Odio: "Antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea". El diccionario de la RAE para mí es todo, con decir que le rezo cada noche por mi sintaxis y mis faltas de ortografía, por el daño que le hago a la palabra; el tema es que sigo sin entender por no aparecer en la definición de odio el miedo. Estoy por asegurar que el odio tiene más que ver con el miedo que con la antipatía o el mal que se desea a alguien. Lo digo ahora y antes de las declaraciones de Jean-Claude Juncker: "Bruselas entona el mea culpa por la gestión de la crisis de los últimos años con un sentimiento de culpa". "Arrepentidos los quiere Dios" (y tomando su propia medicina el común de los mortales). Lo más preocupante, es el aumento del discurso de odio que nos llega al mercado de los viernes con intereses y voluntades a bajo costo. Ayer con Ian sentí lástima de una mirada de odio.

El odio es un sentimiento complejo (a la vez que un complemento vitamínico según miserias y miserables). Con que crean que sabes más de lo que callas ya te has ganado un enemigo de odio eterno, eso sí, ese odio no se juzga en los tribunales de justicia. A veces me confunde una mirada de odio y me acerco de urgencias a la dama que no me deja ir (¿de nuevo aquí? y me confirma que no todo es fruto de mi imaginación. Entonces vale mi definición: El odio tiene su origen en el miedo y amén. "En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven". Nicolás Maquiavelo.

Mujer: Asume la realidad como una lección de vida y pide perdón si tu ego te lo permite (o no), pero intenta ser feliz y deja de estimular ese odio en los miserables que te rodean. Pierdes tú. Ese odio más temprano que tarde se volverá contra ti, y el daño que puede hacerte en el alma sería irreparable: no volverás a ser tú. Vagarás por el bulevar de los sueños rotos del Sabina y tu salud mental reconocerá el miedo en una mirada de odio. (Ni te imaginas de qué hablo). Gracias... (de nada).

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