miércoles, 15 de marzo de 2017

El odio y la paciencia.

"Quien tiene paciencia obtendrá lo que desea". Benjamín Franklin.

Viene la ciencia de Benjamín Franklin a modo de proverbio al caso, pues una acongojada amiga me envía un correo electrónico para decir que lo mío es mucho y lo de ella no. Mucho para ella es mucha paciencia para obtener lo que desea. Al menos yo, lo que debo hacer lo hago con paciencia: las prisas son malas consejeras. Una amiga vive una tragedia familiar. La tragedia que vive conmueve como conmueve la verdad y la mentira: según con quien se cuenta y la importancia que se quiera dar, además de la veracidad de la mentira. Se echa una mentira a andar y nadie sabe cómo acabará: si estrellándose contra un árbol, una farola, un muro o vaya usted a saber pero acabará estrellándose. El problema, si lo es, que si la mentira no sangra se convierte en odio. O se puede convertir, que yo no soy tertuliano, monseñor o político; a no ser que me remita a la carga de la prueba que entonces soy beata que es más. La tragedia familiar que vive una amiga se ha convertido en odio y solo la paciencia condonará ese odio. Como el amor el odio es un sentimiento arraigado en el humano ser. Doblas una esquina y te aman por el mismo precio que te odian. Lo que no sabía, y es mucho no saber para una beata, es que el odio está penado por la justicia. Prueba irrefutable de que los tiempos cambian. El odio es un delito desde que la realidad nos ha hecho desgraciados. Yo nunca tuve motivos para odiar, y en los años altos no merece la pena empezar a odiar de tenerlos, sin embargo, hoy en día el odio está en la cotidianidad y un puesto de trabajo, por un decir, puede desencadenar un sentimiento de odio ante el miedo a perderlo o ganarlo. Una amiga guarda un sentimiento de amor a través del odio. El amor y el odio van de la mano.

Una amiga se propone acabar con mi paciencia. Loca de la cabeza, desde hace tiempo vive una tragedia familiar que no tiene sentido (por dejarse llevar y no ser ella misma) y a escondidas he de verte como, el bolero, me pide consejo como si yo fuera la Sacerdotisa de Apolo. Para deshacer una tragedia que conduce al odio hay que volver al amor de quien amó. (Esperaré pacientemente). La verdad nos hace libres y el odio nos hace odiarnos a nosotros mismos. Se ha de saber, que en un estado de derecho el que odia jamás perjudica a terceros. Como para hacer chacota del odio. Gracias... (de nada).

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