En los años altos duele casi todo y ya no existe
esa lucha por aquello que nunca llegamos a ser.
Duele en especial dejar de vivir un día. No se deja ir un
día sin curiosear en las pequeñas cosas que pasan de soslayo. De
viejo uno no puede permitir que se vaya un día sin vivir para ser y ayudar a ser. La familia. La amiga que a pesar de todo sigue sin leer lo que ven sus ojos. Las personas de máxima confianza no existen. Para exhibicionismos vale una rotonda, para asumir las responsabilidades no. Yo no quiero una amiga con arrebatos que no quiere aprender ni sufriendo, que no distinga el bien del mal. Yo no quiero una amiga que echa
las culpas a la primera que encuentra sin empacho. Yo no quiero una
amiga para las ocasiones. (Dios y María bendigan a los que abandonan la fe para resolver los problemas de los que pierden). -"La señora no está y mañana tampoco". -¿"Y otro
día"? -"Y otro día tampoco". Yo no quiero que me sigas descalabrando: otra afarolada más no, ya no. La espalda es mía y no tuya (fingimiento de elementos), tuyos son los puñales. Y puesto que sigues
obrando como la infanta sin ser infanta, se confirmarán los peores
augurios. (Al tiempo). Alguien preguntará si merece la pena
beneficiarse de la ignorancia con fines espurios: jurisdicción de jueces que no están dispuestos a tolerar más latrocinios. Las gentes de buena fe son multitud y se organizan en torno a una esperanza para rescatar al pueblo de quienes lo
desangran. (Nunca creí que volviera a suceder: para tu información,
quiero que entiendas que ya no es cuestión de ti y de mí, sino de él y ella, ustedes, vosotros, vosotras, ellos, ellas. El pueblo no quiere circo, quiere gestión y claridad de cuentas). No
volveré a vivir sin memoria. Gracias... (de nada).
Como dijo Rafael Guerra Bejarano (el torero "Guerrita"): "lo que no puede ser, no puede ser, y, además, es imposible"...
ResponderEliminarCierto. Gracias.
ResponderEliminarSalud.