viernes, 17 de marzo de 2017

De fiestas y pueblos.

Alguien pudiera pensar que de triste no salgo. Y no diría que no. Viene la tristeza al llanto porque sino Las Fallas son las fiestas del pueblo, una boda, un bautizo, una despedida de soltera, o etcétera. ¿Alquien sabe por qué en la tierra de la luz y de las flores, del amor si algo queda, Valencia, vale cualquier disculpa para sacar a la calle los tambores y las cornetas y esos infernales cohetes? ¿Dónde se ha visto tal despropósito? Esto no puede acabar en nada bueno.

Me gusta que la gente sea feliz y se divierta, ¡claro!, yo también soy feliz y me divierto, pero ir tropezando en casa de marcación en marcación por los sobresaltos de los cohetes y la cabeza como un tambor y el corazón latiendo a mil, a eso yo no lo llamaría divertirse. Un alcalde que fue me dijo que las fiestas solo duraban una semana... por cierto, dejó de ser alcalde y no lo volví a ver. Qué raro. ¿Dónde se meterán los políticos cuando dejan de ser políticos y vuelven a ser lo que fueron antes de ser políticos? Yo lo quería y se lo dije. (Es lento, muy lento el proceso de olvidar).

Las fiestas del pueblo de ahora no son como las fiestas del pueblo de antes. Ni yo tan viejo. ¡Dios mío!. Vivir los años altos conlleva divertirse de otra manera, cada cual a la suya. A mí me gusta leer, incluso las ofertas del Correfur. Las fiestas del pueblo de antes invitaban a cantar Asturias Patria Querida y a ahogarse en una caja de sidra, ay. No es la lluvia de marzo que propicia la nostalgia, pero vale más un entierro en el pueblo de antes que una semana de fiestas en el pueblo de ahora. Qué borracheras. Cariño, no me esperes levantada: acabo de perder el tren hoy y mañana. En el pueblo de ahora me invade la desesperanza y me mata la depresión. Hazme un hueco, dona, carinyet, que voy.

Me siento más viejo y más triste de morir que siempre. Me siento la persona ideal para que me contrate una ETT por horas, minutos o segundos de muerto en entierros y funerales. Si una bella dama quisiera hacer causa común contra las fiestas del pueblo de ahora y superar juntos la desesperanza que me invade y la depresión. O morir agradeciendo el bochorno que sería tener algo conmigo. Nada es para siempre, y no hablo de política. Gracias... (de nada).

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