martes, 11 de marzo de 2014

No hay mal que por bien no venga, desamor

Pues este martes -soleado el día-, anima a saltar de alegría por el resultado de un particular desengaño.

Esto es absurdo, un desengaño no puede ser motivo de alegría a no ser que uno se remita al refranero popular: “no hay mal que por bien no venga”, y aún así, y a pesar de todo...

Pienso que la sabiduría, como experiencia que se obtiene de un desengaño, debería ser juzgada según las luces de la culpabilidad. Digo desengaño y hablo del desamor que habitualmente viene acompañado de un cuantoso derramamiento de sangre rojo puñal. Hay quien opina que merece la pena, sobre todo aquellos "beneficiados" cuya sangre no corre peligro de ser derramada.
 
Estas valoraciones de poco me sirven si lo que pretendo es calmar mi dolor, ay. Lo que tengo que hacer es admitir de una vez por todas mi desengaño y recuperarme cuanto antes para volver a sufrir en el menor tiempo posible otro y así aprender con dolor de humildad y desahogarme como ser humano con la mejor de mis amigas.

Ser normal me urge, he de aprender repasando de mi vida los errores y desengaños, ¿lograré ser mejor persona sin humildad?

4 comentarios:

  1. Pero, ¿Por que el desengaño? ¿Por que el desamor? Quizás esperas mucho de la gente y ese sea el problema. Tu desahogate, no se si sea tu mejor amiga pero, desembucha, soy buena para consolar a los amigos.

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