-¡El nueve!.
-Sí aquí, yo: me toca.
-Dígame usted, ¿qué le pongo.?
-Una langosta.
-Lo siento, no me queda.
-¡Vaya por Dios!.
-Pero si usted quiere le puedo recomendar cangrejo.
-¿Cangrejo?
-Sí, usted se lo puede comer y con un poco de imaginación creer que se está comiendo langosta.
-¿Qué me dice?
-Sí.
-¿Y el precio?
-¡Por favor! Adónde va a parar, comparado con la langosta, un regalo.
-¿Cómo dice qué se llama?
-Cangrejo.
-Nunca oí hablar de él.
-Pues sí, cangrejo. Es un crustáceo también, pero más pequeño que la langosta, y menos indigesto.
-No sé... yo soy muy... no sé...
-Pruébelo con toda confianza. Además, tiene su historia, en este animalito está admirablemente figurada y simbolizada la sabiduría humana.
-¡Qué me dice! .
-No la engaño. Porque así como el cangrejo se mueve hacia atrás, y solo puede tener una mirada retrospectiva, pues no ve otra cosa que peligros ya pasados, la sabiduría humana no le permite eludir las tarmentas que asedian su marcha, sino aprender su naturaleza con posterioridad.
-No entiendo nada, pero lo probaré. Póngame tres cuartos y mitad, ya le contaré.
Un cangrejo símbolo de la sabiduría humana... quién lo diría.
Será el sereno, desconozco si el cangrejo símbolo de algo, pero ha de ser feo que le digan que caminan para atrás cuando no pueden hacer otra cosa porque su corazón se los impide. Y bueno, en realidad no caminan para atrás sino de lado y nunca pierden de vista a su enemigo.
ResponderEliminarQuitarse de encima la fama que tienen es complicado, y encima... en fin.
Saludos