lunes, 10 de marzo de 2014

¡Qué Cielo y qué Infierno!

Hoy la tengo metida en la cabeza más que ningún día. Miro por la ventana y el sauce ya no mantiene las hojas en sus ramas. Siento que yo me parezco a ese sauce. Tiene tan poco en común con los demás árboles del parque que tanto él como yo ya nos declaramos vencidos porque no acaba de llegar la primavera.
 
Me siento preocupado por mi país. Alguien desde mi cabeza me dice que por ateo coja una cuerda y termine con este vía crucus, que así acabaremos todos. ¿Quién acabará bien sea creyente o no? Agonizar largamente en una cama de enfermo hasta que no quede ánimo para maldecir no se le puede decir que sea acabar bien.

Si se oye decir que alguien ha muerto arrepentido de sus pecados clamando a Dios no seré yo. Cuendo me muera optaré por simular la trama de una novela de algún escritor sin muchas luces para quitarme de encima todo lo malo que me ocurrió en mi existencia. Muchos creen que hay un Infierno y un Diablo y si no se desdice uno del mal que ha acumulado en su vida, irá a parar inexorablemente a sus dominios. Los buenos de toda la vida se irán al Cielo a pasear en góndola. ¡Joder, dona, para lo que sirve una vida y quieren tener dos!.

¡Qué cielo y qué infierno!.

Supongo que a lo que realmente temo es a no tener nada que ver con mi muerte. Hace años que comencé a tomar mis propias decisiones y en esa también me gustaría tomar parte.

¿No tomaría las pastillas de colores? Parece que me han reiniciado, que vuelvo al pasado reciente, al día que apareció dona en mi vida... Todavía no sé a quién me recuerda y ya se ha muerto. ¡Joder, dona, joder!. Todo el día estabas durmiendo en el sofá y si intentaba apearte me gruñías, te enfrentabas a mí antes que ceder. Te creías la dueña de mi casa y tenías la osadía de mirarme con el impaciente fastidio con que un señorito andaluz miraría a su sirviente menos necesario por viejo. Era una criatura totalmente desnaturalizada que nunca fue la dueña de mi casa sino de mi corazón. Un día la encontré frente al ordenador -le gustaba aparentar- tomando el sol con la ventana abierta y yo acostado pensando en el sofá pensando. Lo mío siempre fue pensar, es menos descorazonador que trabajar. De repente aparece un gato al otro lado de la ventana. De inmediato, pensé que iba a resolver el problema según el ciclo de la vida: el grande se come al pequeño; la veo agazaparse como una auténtica cazadora... ¿Para atacar al enemigo? No. Para venir corriendo hacia mi y meterse cobardemente entre mis piernas buscando refugio.

Dona nunca tuvo instinto asesino: nada que ver con el humano ser. Le dije en tono burlesco: ¿por qué no invitas a tu amigo a cenar, te hornearía una pierna de cordero para ti y unas sardinas a la plancha para él.

8 comentarios:

  1. He imaginado a Dona y al minino. A ti y a Dona, tu entorno. Seguro nada de lo que imagino es la realidad pero bueno, yo quue se nada.

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  2. Si tú eres poesía y ella un poema, no es tan difícil de imaginar... Beso.

    Salud.

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  3. Ahhh que bonito eso que dijiste. Te mereces un beso y un abrazo muy requetefuerte y nada, no te pongas rejego porque igual te lo doy.

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  4. Te tendrías que poner a la cola. Y la lista de espera es más larga que la de las SS para operar un callo. Beso.

    Salud.

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  5. Mmmchalas, entonces de que sirve ser tu amiga. Si yo fuera tu espantaba a todas las demás, ¡Shu Shu! ¡A volar gaviotas! Denle paso a la reina pero no soy tu. Tu me mandas a la cola y eso si es muy feo.

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  6. La que primero llega al molino primero muele...

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  7. Mmm bueno, esperare, ojalá delante de mi no este la chismosa del pueblo, tu bendita suegra y todas las demás.

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  8. Todas las demás te aseguro que están. Beso.

    Salud.

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