En un periódico de tirada nacional, uno de sus más prestigiosos articulistas escribía un folletín para el semanario en colaboración con un ingenioso escritor por entregas cuyo nombre nunca llegó a conocerse. No trabajaban en conjunto, se alternaban, una semana escribía su capítulo el prestigioso articulista y a la semana siguiente lo hacía el ingenioso escritor, y de este modo pensaban seguir hasta agotar sus ideas.
Pero un día desgraciado para sus lectores se pelearon, y un lunes por la mañana, cuando el articulista leyó el periódico para poder continuar la historia, descubrió que ésta había sido interrumpida de un modo calculado para sorprenderle y herirle. Su colaborador, el ingenioso escritor por entregas, había embarcado a todos los personajes del folletín en un buque y los había hundido en el océano.
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