viernes, 10 de agosto de 2012
Seamos más pobres, y quizás algún día seamos patria.
La vida es corta y no debiera perder la oportunidad de disfrutarla. Para un viernes de poco fiar, sería un buen propósito dejar de arruinar mi vida con cosas de poca monta y disfrutar de los buenos momentos. Así, bastaría con que alguna cosa que no fuera de mi gusto la desechara sin más para no amargarme. Aunque de esta realidad me lamento a cada minuto. Inmerso en este debate de actitudes y comportamientos erróneos me pasé esta coche entre una y otra, entre lo bueno y lo malo, entre la verdad y la mentira, y llegué a la conclusión que he madurado mi consciencia hasta el punto de cambiar mi enfoque sobre mi vida. Y todo en una noche. Me he dado cuenta de que no necesito más de lo que tengo porque nadie me dará más. Me tengo que conformar con lo que tengo y disfrutar de ello antes de que me lo quite Rajoy. A Rajoy no le salen las cuentas como a mí. Sin embargo, si pudiera le cambiaría el salario (pierda quien pierda), o le quitaría las vacaciones que no tengo, pero eso no va a ser posible: me lo acabaría quitando él a mí, y todo, como ya se lo quitó a los educadores, sanitarios, dependientes, mineros, funcionarios, pensionistas, parados y, a partir de septiembre, la vida a los inmigrantes. Hoy amanece de un gris plomizo asfixiante y amenaza pena en el consejo de ministros. Ya las muestras de amor no valen nada, todas ha sido devaluadas. Ay, dona, hoy somos más pobres: vamos por el buen camino.
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