"Muere el francés que se prendió fuego al verse privado del subsidio social que percibía". La Nueva España.
"El ciudadano francés que se prendió fuego el pasado miércoles en una oficina de ayuda social en París al verse privado del subsidio que percibía, falleció ayer en el hospital en el que fue ingresado muy grave. El hombre, de 51 años tras entrevistarse con un funcionario que le dijo que la ayuda que recibía se había suspendido en mayo por no haber presentado la documentación necesaria, se roció con líquido inflamable, se prendió fuego con un mechero y se lanzó sobre el personal de dicha oficina. Los empleados lograron apagar las llamas, que afectaron a un 70 por ciento de su cuerpo".
La República Francesa, como la Monarquía bla, bla, bla, Española, han tenido una historia de democracia y autoritarismo, tráfico de influencias, corrupciones y amiguismo que espanta. A Francia ahora parece que le van mejor las cosas que a España, pero solo en asuntos financieros, porque a desesperación del pueblo allá nos vamos. Pobres, lo que se dice pobres hasta el punto de quemarse a lo bonzo, nunca hemos sido, y es que cuando la desesperación llama a tu puerta quizá la única alternativa es la que no se toma. Pero la mente, si la ponemos a prueba siempre gana, y la línea más corta entre dos puntos sigue siendo la línea recta. La mente de un francés en paro no entiende de documentación necesaria para cobrar la ayuda social cuando se desbarata, ni la de un español que no cobra sus ¿últimos? 400 euros por entrar en vigor los Presupuesto Generales del Estado. Coincidencias. (200.000 parados de larga duración hoy se pueden quedar sin la prestación pública en España). "Ni los atienden en el ambulatorio ni les darán medicinas", me decía estupefaciente ayer Eugenio con mil años de experiencia a las espaldas. Esa es otra, querido amigo ¿? esa es otra que tal baila. Al final, nos queda el amargo sabor de la impotencia y la desesperanza. (Ningún país tiene el gobierno deseado que se fundamente en la justicia social).
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