martes, 14 de agosto de 2012

¿Por qué?

Una mujer acaba de partir con la misma discreción con la que vivió, no era una mujer cualquiera, era una dama desconocida. Nunca tuvo tiempo para exhibirse ni participar en los debates del pueblo que originan las desavenencias familiares. Trabajaba en otro escenario: en ayuda familiar, en pedir de puerta en puerta para los más menesterosos. En buscar cobijo a los sin techo.

Humilde, siempre se preguntaba ¿por qué? Y nadie le respondió. Se ha muerto una mujer y muchos la echarán en falta. Todo lo cuestionaba, y en cuanto a las benditas necesidades de los más necesitados nunca entendió ¿por qué?

De equilibrio mental inestable, incesante, buscaba patrones sintácticos que le llevaran comprender ¿por qué? Pero murió sin saber. Hoy, dondequiera que se encuentre, además, se estará preguntando si su vida fue en vano, porque las cosas siempre fueron a peor. 
 
Por sus aportes a los más necesitados ruego una oración. Muerta la esperanza, esperanza que jamás se congració con la desigualdad social, hoy somos más pobres que ayer. Digno homenaje póstumo. (Ojalá más allá del bien y del mal existe el cielo y la tierra, y una esperanza eterna).

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