viernes, 10 de agosto de 2012

Algo interesante para escribir

Mi esposa me dice que si vamos al mercado. ¿Y qué perdí yo en el mercado? Bueno, lo perdería si me despistara un poco, que los carteristas en el mercado hacen el agosto. No quiero ir al mercado, me agobia tanta gente, no se puede caminar. Demasiado para mí, mejor me quedo en casa escribiendo. De escribir no me canso. Así que esperaré a que se vaya mi esposa, me prepararé un café y entonces, relajado escribiré algo interesante. Escribiré, por ejemplo... no, de política no, que es perjudicial para la salud. De fúrtbol... uy, tampoco: ¡Señor!, la próxima semana empieza la liga, esto sí que es un calvario. De las amigas idas menos, que nada sé de ellas. Y Eugenio está algo pachucho, nada me cuenta. Y a la vecina chismosa ni nombrarla. De la vida y sus descuidos no me atrevo. ¡Santísima!, ¿entonces de qué puedo escribir que sea interesante? Al mercado no quiero ir, así que tendré que escribir, y ha de ser algo interesante, interese o no. ¡Qué problema más grande!.

Si fuera un escritor de opinión y escribiera para un periódico, enseguida se me ocurriría algo interesante y lo enviaría por e-mail, y me felicitaría el director. Sería un escritor de mucho talento y nunca me faltaría algo interesante para escribir. Sería la hostia. Pero no, y por más que cavilo res de res. Hoy no amaneció un día para escribir algo interesante. Tomaré otro café y esperaré a que llegue el cartero, quizá me traiga una carta que no sea del banco, una carta de las de antes, y sin remite para que me haga recordar tiempos pasados. Yo de joven recibía muchas cartas; todas eran de admiradoras anónimas, así que venían sin remite. ¡Qué tiempos!. Tiempos pasados. Ay, dona, si no hubiese pagado todo lo que tenía para que nadie me recordara mi pasado hoy seguro que tendría algo interesante para escribir.

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