Hay una reunión en el norte verde de sueños, risas y alegrías, de ilusiones, de miradas de soslayo a la que no puedo dejar de asistir: tengo la invitación en mi poder. Digo reunión, pero también es una escapada de reposo, de meditación, de contemplación, de revivir el paisaje del norte verde. De volver a la verdad sin vanidad. Allí espero aliviar la palabra de tanta pena: la tengo reprimida. Necesito encontrar la paz que preciso para seguir. También quiero desandar caminos de viejas piedras. Y dar abrazos de amistad a quien me recuerde, el tiempo pasa y la muerte bien lo sabe. Necesito ir unos días a descansar y respirar aire fresco. Iré y estaré con buena gente. Quizá cuando vuelva tenga algo que contar de un pueblo indoblegable del norte verde con carros y carretas. Un pueblo de buen pan, de buen queso y de buen vino. Un pueblo del norte verde.
Sin venderme por menos que nada, ojalá cuando vuelva pueda estar a la altura de las oportunidades que se me presenten... La cuestión es esa. Hablo de ser alternativa de mí mismo. Pero si el tiempo por el camino se hizo largo y el amor mudo, mi prosa no buscará amparo y seguiré de largo callado. Callado seguiré escribiendo al bendito amor, la santa poesía y otros desvelos con los humildes en el corazón. Es todo, muchas gracias.
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