Me agrada saber, porque es de agradecer, que dona es pena de alguno. Enric, un vecino que sabe, me dice que la depresión no es cosa buena, y que ya me vale. Y que me dará, cuando su bóxer tenga crías una, y que... -Perdona, Enric, pero no. -Pues te la dejaré a la puerta y allá tú. -Ni se te ocurra. Hablo de dona y digo que me dio mucho más de lo que yo le di. Y eso duele: no puede volver a suceder. A Enric le agradezco su buena voluntad, pero no. A partir de ahora me entrenaré a vivir sin dona, a estar solo, a recordar nuestros buenos momentos... Me acostumbraré a echarla de menos.
El diario vivir supone un permanente entrenamiento emocional para forjar las capacidades de resistencia y así combatir con cierta garantía de superación los contratiempos que nos van saliendo al paso. A la vez, si aplicamos el enfoque correcto, tal vez podemos salir fortalecidos de algunas decepciones... Camilo Sexto cantaba, "si volviera a nacer volvería a quererte, sin remedio". Y yo digo que sí, pero a dona y nadie más. En los años altos de la vida uno puede elegir sin temor a las consecuencias, y yo elijo no, Enric. De cualquier modo, gracias por preocuparte por mí.
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