viernes, 6 de abril de 2012

Indiferencia

Bajo la sutil impronta de una angustia, la aflicción de una amiga ida despliega su presencia, y aunque se comprende su dolor, el arrepentimiento se hace sentir más que el razonamiento.

Sentado en el silencio oscuro de la madrugada, donde  vuelan las sensaciones de la utopía y las auroras con claros espejismos de la fuente de la imaginación; donde una música apacible se desliza tierna en las intimidades del amanecer, observo más allá de la palabra, incluso más allá del transcurrir del pensamiento, la soledad de la reflexión donde bullen las manifestaciones heterogéneas de los seres emanados del desamor.

Somos entes imperfectos que nos une un lazo incomprensible a este mundo tan desconocido que no deja de mostrarnos nuestra invisible existencia. Somos almas gemelas en permanente evolución, por eso cada uno de nosotros somos más complicados que el otro... ¿Universos incompatibles? ¿Einstein infinito? ¿Vidas paralelas? Hace calor en el entarimado espiritual de nuestra existencia. Por eso, la hermandad, la confraternidad, la consciencia de sentirse humano, la facultad de comprender lo que la colindancia soporta, la capacidad de lograr actuar con equidad; la prerrogativa de querer sin ser querido; el juicio ante la mediocridad; el deber ante las adversidades; la responsabilidad y las virtudes de las que esta dotado el humano ser, cuando aparecen, conlleva a destacar la individualidad, no solo en el marco de la amistad, sino en todo el ámbito donde han llegado los resplandores de toda una vida dedicada a hacer el bien. Tener el privilegio de vivir el amor permite alcanzar metas que solo el corazón entiende.

Confieso mi empatía ante el dolor que te invade. (Arrepentidas os quiere Dios). Soy consciente que cuando a una persona le alcanza la aflicción al saberse desterrada (indiferencia), deja de existir porque nadie la ve, y eso es muy triste. (Por la inexorable pérdida).

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