No sé, pero es verdad, qué tiene el mes de abril con sus treinta jornadas justo en medio de la primavera; no llego a precisar la tesitura de su canto, el compás preciso de su música, las tonalidades de sus amaneceres, la materialidad de sus lluvias. No sé, pero es verdad, qué tiene el mes de abril que se escurre por las paredes de las amplias troneras del tiempo con sus gestas de gloria y sus tragedias, genocidios, invasiones, revoluciones, oscuridades, luces, esperanzas y pocos besos. No sé, pero es verdad, qué tiene el mes de abril que invade la conciencia de los dormidos, de los temerosos, de los valientes, de los héroes, de los renegados, de los desmemoriados, y de los que nunca olvidan a sus muertos aún hoy en paradero desconocido. No sé, pero es verdad, qué tiene el mes de abril sin rumbosos casamientos ni grandes natalicios, sin vendimias ni grandes pasos hacia adelante. No sé, pero es verdad, qué tiene el mes de abril, ¿qué? A no ser un día catorce que se conmemora la democrática proclamación de La Segunda República Española (14 de abril de 1931). Un día catorce que florece con puños iracundos y puebla de soles la sangre vertida en una tierra de todos. Un día catorce de esperanza, que no hay dos sin tres. ¡Viva la república!.
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