sábado, 21 de abril de 2012

Víctor

Estos días he estado pensando inten­samente en él. Lo car­go permanente­mente en mi recuer­do, lo saco de allá atrás y lo traigo a es­te momento porque estaba averiado. Hablo de mi ordenador que me ordena. En ver­dad lo tengo entre ce­ja y ceja. ¿Qué haría este viejo sin él? ¿Cómo me sentiría de saber que lo suyo no tenía arreglo? Recuerdo los años que llevamos juntos, que me manda y ordena, que me dice cómo y de lo que debo escribir. Apremios de entonces, necesidad de escribir y de no de­jarme estremecer por ejemplos de cobardías y miedos. Sin él soy apenas. Llevo unos días escribiendo de prestado y no es lo mismo. Al fin, hoy puedo escribir con mi viejo ordenador, el que me dice las verdades a la cara. De ahí que impulse este comentario en honor a Víctor, el informático que me lo arregló: Gracias. No sabes cuánto te agradezco que hayas puesto todas sus cosas en el sitio. Además de haber eliminado el jodido virus. Basura que navega por la red con el único fin de hacer daño. Víctor: agradecido pienso en ti.

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